miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mensajes para un gran amor Capitulo 4 (segunda parte)


CAPITULO 4

Cuéntame al oído tus secretos

(segunda parte)





Los dos regresaron  al espacio de trabajo del médico. El profesional exhaló un suspiro; no era fácil de explicar la forma de vida que llevaba Dalila. Apretó los labios y se rascó unos segundos el mentón. Caminó sin hablar alrededor del escritorio mientras, Inés lo seguía con la mirada. Entonces decidido abrió un archivero del cual sacó un expediente, y se sentó en su sillón. Sor Inés estaba  preocupada por la reacción de Dalila; parecía tan calmada en el cuarto que no imaginó que, al hablarle sobre su familia, desataría semejante escena.

-¿Cómo podré conversar con ella sin que me tenga miedo?- le preguntó al psiquiatra.

-No creo que le tenga miedo a usted.-respondió el doctor- Parece que no desea contacto con su pasado. Aquí,  quienes nos ocupamos de ella, nos interesa su presente. Siempre fue su hogar la clínica, y los intentos de cura para Dalila no dieron resultado.

Sor Inés no comprendía las palabras del médico. El profesional continúo explicando.

- Dalila nunca tuvo interés de regresar a una vida normal. Jamás preguntó por su familia o amigos.

-Pero si el tratamiento que recibió durante tantos años, para superar sus problemas, no sirvió. Solo significa que sufrió un daño mental demasiado grave- terció la religiosa.

El médico abrió el expediente. Examinó, como en otras ocasiones, las primeras hojas.
Él las conocía de memoria. Cuando asumió su cargo supo enseguida, que el caso de Dalila, era demasiado particular. Un rompecabezas sin resolver.


 -Según su registro, ella ingresó con varias lesiones: Moretones, rasguños y cortes menores. Durante un tiempo no quiso ver a nadie y estuvo encerrada varios días en un cuarto sin luz. Las enfermeras le dejaban su comida y se retiraban sin hablarle. Con paciencia permitió que se ocupasen de ella, accedió a higienizarse y de a poco logramos una mínima forma de comunicación. Quienes la atendieron, durante sus primeros años de internación, descubrieron que les gustaba dibujar y se le brindó la posibilidad de pintar cuadros. 

El director acercó la carpeta con la historia clínica de Dalila a Sor Inés.

-Eso si, las lesiones físicas existieron, ahí figura anotado. Ingresó muy golpeada.

El médico se cruzó de brazos y prosiguió su relato:

-Yo asumí la dirección de este lugar hace unos quince años. Cuando leí su historial por primera vez hubo un detalle en el expediente, que inmediatamente llamó mi atención. Esos golpes no estaban aclarados si se los hizo ella misma. Por eso, en mi opinión, Dalila sufrió un fuerte shock  como consecuencia de un acto de violencia hacia su persona.

-¿Quiere decir que fue atacada y por eso perdió la razón?- preguntó Inés

-No hay registros de que ella intentara autoflagelarse en otra ocasión- explicó el profesional –Un paciente, con inclinaciones autodestructivas, lo habría hecho de nuevo en cualquier oportunidad que se le presentara.

-¿Y su padre? Era un hombre muy poderoso. ¿No vino a verla o tratar de qué regresara a su casa?

El doctor Robles revisó un sector particular del expediente; correspondía al primer año de internación. Buscó las firmas  de las visitas. Estaban en blanco. Haciendo un movimiento de negación con su cabeza, manifestó.

-No hay registradas visitas. Usted es la primera en preguntar por Dalila  ¿Qué desea  hablar con ella?

 Sor Inés llegó a la conclusión obvia que, tratándose de una familia rica y conservadora, el hecho de tener un familiar considerado loco, se convirtió en una enorme vergüenza.

- Debo consultarle por su niñera. Saber los recuerdos que conserva de ella.

- Dalila no es consciente del paso del tiempo. Su mente vive detenida en la edad que tenia al ingresar. Ella todavía cree que es una adolescente de diecisiete años y vivencia todavía la angustia de aquel momento de su vida- declaró el médico.

-Entonces, a pesar de tratarse de una señora tan mayor, todavía puede acordarse de su niñera. Si su mente se detuvo todos los recuerdos de su niñez permanecen intactos.- manifestó esperanzada la monja.

 -¿Por qué es tan importante la niñera de Dalila?-consultó intrigado el profesional

-Es probable que su niñera haya dado a luz a una media hermana de Dalila. Si fuera así, ella tiene posiblemente otros familiares que podrían interesarse y cuidarla.

- Espere un momento...puedo darle algo que quizás sea de ayuda, para responder a todas sus preguntas.

El doctor Nicasio Robles, se puso de pie y  salió de la oficina. Mientras esperaba, Sor Inés, examinó el expediente de Dalila Molinari que el doctor había dejado sobre el escritorio. Estaba redactado con detalle lo siguiente:

 “Paciente: femenino; edad: diecisiete años. Ingresa con varios golpes en brazos, piernas y rostro. No hay huesos rotos ni señales de abuso sexual”.

A las once de la noche, de un sábado del mes de Octubre, Dalila Molinari, fue confinada para siempre en aquella clínica.





El director regresó a la oficina trayendo en sus manos un pequeño bolso de lana tejido a mano. Era de color rojo y tenía  bordado en el frente unas flores amarillas que formaban un ramo y unas cintas blancas que lucían manchadas por el tiempo. Lo colocó sobre el escritorio, mientras desataba el lazo que lo mantenía cerrado le dijo a Inés.

-Este bolso lo trajo Dalila cuando fue hospitalizada. Lo mantuvimos guardado y ella nunca lo reclamó.

Extrajo del bolso un pequeño cuaderno de cuero marrón que tenía un grabado en dorado con las palabras: “Mi Diario”,  increíblemente estaba cerrado; permanecía inviolable por una cerradura de bronce.  Ante la mirada perpleja de Inés, el doctor Robles agregó.

- Aquí siempre se respetó la intimidad de los pacientes. Jamás alguien de la clínica lo leyó o tuvo intenciones de hacerlo. Como usted es una mujer de Dios, no creo que esté mal hacer una excepción, -dijo el médico-estoy seguro que usted guardará la mayor discreción, sobre sean cuales sean, las vivencias de su juventud.

De un cajón perteneciente a su escritorio extrajo una llave pequeña y la puso en la mano de  Inés .

 -Los secretos de esa pobre mujer están ocultos ahí-señaló el psiquiatra- se lo entrego pensando en el bienestar de Dalila.

-Cuidaré este diario, y la vida privada de Dalila permanecerá custodiada conmigo-aseguró la monja.

-Después de tantos años saldrá a la luz una pequeña pista, sobre que le sucedió a la pobre niña que fue Dalila, para terminar olvidada en esta clínica- declaró solemnemente el doctor Robles.




Continuará...





Mensajes para un gran amor 
Autor: Adriana Cloudy Todos los derechos reservados © Argentina 2010

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