lunes, 25 de abril de 2016

El amor tiene alas de papel (Reseña IL MARE)

Seguramente conocen aquel film romántico protagonizado por Sandra Bullock y Keanu Reeves llamado: La casa del lago, que fue dirigido por el director argentino Alejandro Agresti. 
Lo que yo desconocía, hasta hace poco, y que los medios no informaron en su momento, es que esta película en realidad era una remake de una película surcoreana cuya historia está basada en una novela.
Siwolae o más conocida como Il Mare se estrenó  el 9 de septiembre del 2000 fue dirigida por Lee Hyun-Seung  y protagonizada por Jun Ji Hyun como Eun Joo y Lee Jung Jae como Sung Hyun.

SINOPSIS: Kim es una chica que vive en una preciosa casa sobre el agua llamada Il Mare, que cuando la abandona para irse a vivir a otro lugar, deja en su buzón una nota al siguiente inquilino avisándole de que espera una carta y le deja su nueva dirección para que se la envíe. Sin embargo Han cuando lee dicha nota queda muy sorprendido pues nunca antes había vivido nadie allí y así se lo comunica a ella y aunque al principio ambos piensan que uno se está burlando del otro, descubren que en realidad ambos están viviendo en épocas diferentes.


Me gustan las dos versiones cinematográficas porque me encanta la trama de la historia: nos invita a creer que podemos cruzar las barreras del tiempo de forma mágica,y sin esperarlo, que el amor encuentre un puente para unirnos. 
Y como sucede cuando podes comparar debo decir que su versión original tiene un encanto particular gracias a que la protagonista elegida es mucho más joven y está despojada de esa formalidad que tenia el personaje de Sandra Bullock. Por el lado masculino, ambos actores, son igual de atractivos e interesantes. Y el perrito sigue presente para dar ese toque de humor y ternura.
Es el buzón quien en Il Mare ,con su aspecto oriental aporta un mayor toque místico, porque lo maravilloso de la historia es,como este objeto olvidado, en medio de tanta tecnología nos dice que al amor le gusta tener alas de papel, ¿acaso no son las cartas las mejores aliadas del romance? reconozcamos que un mail o un mensaje de texto no puede tocarnos el corazón de la misma forma que cuando leemos algo escrito por puño y letra de otra persona.
Dos desconocidos comienzan a escribirse y cada uno comienza a esperar una nueva carta; cada día revisan esperanzados ese buzón y el amor surge entre ellos estando lejos y cerca, estando en el mismo lugar pero en otro tiempo.





Sobre el libro no he podido confirmar al autor, y esto se debe a la poca información confiable en Internet y en parte a que desde Hollywood siempre esconden referencias sobre los guiones que compran y arruinan la mayoría de las veces, con sus mediocres versiones, por ejemplo: la misma actriz de Il Mare ( Jun Jin Hyun) protagonizó My Sassy Girl estupenda comedia que los americanos no pudieron ponerle la misma gracia optando por dos actores demasiado sosos.


Para finalizar:
Adoro este tipo de historias, ya escribí una ( Vamos a dar una vuelta al cielo) donde la distancia y el tiempo, no impiden al amor entrelazar corazones. Creo totalmente que el amor no sabe de leyes de física y tiene alas de papel. Un día cualquiera puedes encontrar un mensaje...





jueves, 7 de abril de 2016

Capitulo 7 ( cuarta parte) final del capitulo

Mensajes para un gran amor

CAPITULO VII
TIEMPO PERDIDO
(cuarta parte)


Sor Inés fue conducida por Teresa hasta el invernadero donde  en ese momento, Ester,  disfrutaba observando el progreso de sus cultivos florales. Así la encontró la monja, con un mameluco y guantes, regando varias macetas.

-¡Qué diferente se ve la casa doña Ester! -saludó alegremente la religiosa.- ¿Cómo se encuentra usted? Por lo que veo bastante ocupada.

-¡Hermana Inés, me extrañaba que no viniese a visitarme!-respondió la dueña de casa  y acompañó sus palabras dando un beso en cada mejilla de sor Inés.- Vio los cambios que he realizado en la mansión ¡La casa  revive!-afirmó sonriente doña Ester.

-Sus rosas crecen rápidamente- observó la monja.

- Porque las cuido con mucho amor. Las plantas perciben el afecto que les brindamos.

-Pronto tendrá una hermoso jardín-dijo Inés admirando la gran cantidad de macetas.

-Si Dios quiere, para la próxima primavera, mis jardines estarán tan coloridos como cuando era una niña.

Por suerte, el buen humor de la anciana favorecía a la misión encomendada por la madre superiora a Sor Inés.

-Mi visita de hoy es en representación de todo el convento -le informó la religiosa.

-Dígame sor Inés, ¿en qué puedo ayudar?- exclamó un poco sorprendida .

-Hemos pensado en organizar un festival de música, para recaudar fondos en beneficio del nuevo orfanato.


-¡Pudieron abrir finalmente ese hogar para niños! ¡Qué buena noticia sor Inés!- exclamó con alegría la venerable dama.

-Si. Gracias a la Virgen Maria que nos iluminó. Pero se necesitan muchas cosas para seguir adelante y por eso creemos que el festival ayudará a conseguirlas.

-Por supuesto que colaboraré, le pediré mi chequera a Teresa y...






La religiosa la interrumpió con un ademán y una sonrisa. Con un tono de voz, solemne y respetuoso,  dijo a la anciana:

-No queremos pedirle dinero doña Ester. Si fuese posible deseamos algo más personal.

-¿Personal?-preguntó sorprendida la venerable dama.

¿Algo personal? ¿Qué significaba? ¿Querían realizar el festival en su casa? No, eso era imposible. Pedir semejante cosa era demasiado atrevimiento ¿Qué sería?

-Deseamos invitarla a participar en el festival. Tocando el piano-exclamó la monja y continuó con entusiasmo-¡El festival tendrá mucha publicidad! La hermana Felicitas se ocupará de todo.

-Pero... ¿cómo participar? yo...-dijo Ester un poco confundida.

¿Les interesaba a ellas, que una abuela suba al escenario? El público seguramente, sería todo el pueblo. Ese pueblo que su padre hizo crecer. La familia Molinari no participaba de eventos sociales, desde que ella cumplió sus veinte años.

 -La madre superiora y me incluyo, admiramos sus interpretaciones en piano- dijo Inés y agregó con cierta timidez- seria un honor contar con su presencia en el escenario de nuestro festival.

Inés siguió contando animosamente sobre el evento,era un torbellino de palabras:

-Estará presente nuestro coro, la hermana Frida es una magnifica soprano. También participará ¡un coro de niños! un cuarteto de cuerdas y un conjunto de flauta traversas  vendrá de la capital.

-¿Yo tocar frente a un público?- Ester con solo imaginarlo se sentía dentro de un sueño.

-Es usted una gran pianista- afirmó con devota sinceridad la religiosa.

-Tocaba siempre en los cumpleaños de papá, frente a sus amigos. Me hubiese gustado presentarme en teatros.  Me quedé en el pueblo al terminar mis estudios y mi  posible carrera como pianista se esfumó cuando elegí  mis responsabilidades como hija.

Interiormente, Ester se culpaba. Su gran habilidad para tocar el piano permaneció escondida entre las paredes de su casa. Ella era la única responsable de la destrucción de esos sueños.


-La gente estará encantada de poder oírla, Ester-aseguró Inés con una sonrisa.

 Había escuchado varias veces a Ester Molinari, cuando visitaba la mansión. Era una intérprete impecable en la ejecución de sus conciertos. A pesar de su edad todavía sus manos corrían ligeras y suaves como mariposas, sobre las teclas del piano.

- Debería ensayar  varias piezas. Piezas bastantes conocidas: Strauss,  Chopin y el gran Mozart, no pude faltar- triunfante  declaró -¡Si, participaré del festival! han pasado muchos años, pero esta experiencia será la forma de recuperar un poco del tiempo perdido.

-¡Que alegría, señora Ester! ¡Podrá  compartir su arte con nosotros! ¡La Madre Superiora estará feliz!- Con un pequeño aplauso infantil, sor Inés  expresó su euforia.

 Al principio parecía imposible pensar que Ester Molinari aceptara una propuesta semejante: El orfanato era una obra que las hermanas anhelaban concretar. No solo un refugio para los niños sin hogar sino también una escuela, con sus respectivas actividades deportivas y artísticas. Eso significaba una importante inversión de dinero. Las hermanas estaban preocupadas, porque no tenían muchas formas de conseguir esos ingresos.
 La Madre Superiora no estuvo equivocada cuando les pidió no darse por vencidas. La luz de Jesús las guiaría en sus pasos, para encontrar a los benefactores de la nueva obra. 
Sor Inés se marchó de la residencia dichosa con el resultado de su visita. Sólo pensaba en dar la buena noticia a sus compañeras en el convento. Ni se acordó del diario. Ni de las cosas horribles que leía todas las noches en él.
Antes de irse de la mansión comunicó la novedad a Teresa y prometió hablar con ella en otro momento. Teresa estuvo feliz por la decisión de su patrona. El encierro de tantos años comenzaba a terminar  siquiera para una de las dos hermanas Molinari.



El festival involucraba un gran trabajo. Sor Inés y  sus compañeras tenían mucho por hacer. En veinte días llegaría la fecha. En el convento esperaban que toda la región acudiera. La única manera de conseguir  una importante suma de dinero era con la participación de cada ciudadano de San Onofre. El periódico local estuvo dispuesto a ceder una página completa de publicidad. Con el listado de artistas confirmado pronto comenzaron a  difundir el evento.
Doña Ester Molinari, una gran pianista, por primera vez se presentaría en un escenario. Su actuación ayudaría a  convocar mucha gente del pueblo. Esa convocatoria ayudaría al orfanato, pero no imaginaba Ester, que también atraería a ciertos invitados indeseables.




Continuará. 


Mensajes para un gran amor
Autor: Adriana Cloudy
Todos los derechos reservados
Argentina 2010

miércoles, 6 de abril de 2016

Cupido matinal (cuento)

Nueva propuesta de Buatales , y es ocasión para agregar otro cuento en el blog.
El Buatales de este mes propone como idea inspiradora: El Cambio.
Permitiendo la libre interpretación del concepto que abarca un cambio.
Me gusta pensar , y sé que la ciencia me ampara, que las pequeñas decisiones son las culpables de las grandes transformaciones; porque no hay casualidades sino causalidades justamente provocadas por cambios (tanto voluntarios como inesperados) que surgen para modificar un destino que ingenuamente creemos controlar.




Cupido Matinal
  

Lorenzo Lucarini, hombre de irreprochables costumbres y codiciado soltero, se dirigía aquella mañana a la casa de su futura prometida. Sentía que había llegado el momento de formar una familia. Nunca quiso apresurar semejante empresa, pero ahora  estaba seguro de que podía compartir sus logros con una compañera. Como era muy inteligente y práctico había tomado la decisión de descartar los rituales del cortejo y dejarse guiar por su corazón. Si ella era la indicada, inmediatamente le pediría matrimonio.
 Poseía como regla: confiar en su instinto y obrar en consecuencia. Nunca dejaba pasar una buena oportunidad permitiendo que las dudas o sospechas lo hicieran titubear de su accionar; esta forma de actuar lo había hecho prosperar en los negocios. La misma regla aplicaba en su vida amorosa, y gracias a ello, se había librado de algunas damiselas cazafortunas.

La candidata era, nada más ni nada menos, que la señorita Gonzáles Peralta. No tenía el placer de conocerla personalmente, a pesar de eso, estaba enterado de algunos importantes detalles:
Siendo la hija mayor de los Gonzáles Peralta, no necesitaba un lugar en la sociedad; su familia gozaba de un buen pasar económico y contaba con la alcurnia necesaria para no ir detrás de un matrimonio por conveniencia, y según palabras de su madre, anhelaba hallar un esposo con clase que supiese valorarla.
Sin embargo, a oídos de Lorenzo habían llegado varios chismes que tildaban a la bonita dama de caprichosa e insoportable. Su belleza era proporcional a su mal humor, se comentaba en las reuniones de caballeros; obviamente rumores de envidiosos o despechados.
Él solamente conocía a sus progenitores, personas muy simpáticas y amables, que adoraría tener como suegros. Por esto, con entusiasmo y tranquilidad, tocó el timbre de la casa de los Gonzáles Peralta.

 Abrió la puerta la portadora de la sonrisa más adorable, le dio los buenos días, y recibió el ramo de rosas blancas que Lorenzo le ofreció mediante una pequeña reverencia. Era tan hermosa como le habían dicho; hasta quizás más de lo que esperaba. Poseía una mirada resplandeciente y sostenía con tal ternura el ramo, como si nunca le hubiesen regalado flores. Lorenzo quedó cautivado ante el aspecto angelical de la señorita Gónzales Peralta.
Lo condujo a un saloncito decorado en tonos de beige, donde se había ubicado en el centro una fina mesa de caoba con forma circular rodeada por cuatro sillas tapizadas con flores estilo rococó.
La damita se retiró por unos segundos y regresó trayendo una taza de té y una bandeja con masitas dulces. Lorenzo, siendo todo un caballero, corrió una de las sillas invitándola a sentarse a su lado. Pareció dudar, seguramente por encontrarse sola en la casa, pero el aire embelesado del visitante no la perturbó. Mientras servía en sendas tazas la aromática tisana inició la plática:

-¡Qué mañana tan bonita!- exclamó, para romper la tensión entre ambos.

- Para quién tiene la dicha de disfrutar de una compañía tan grata como la suya, todas las mañanas son bellas.

El piropo hizo un efecto inmediato en la joven que bajó la mirada ruborizándose. La conversación comenzó a dilatarse de la forma más relajada. Saltaban de un tema a otro sin detenerse en nada especial. Ella mostraba delicadas cualidades como anfitriona, y poseía la gracia y el ingenio necesario para evitar que la conversación resultara tediosa. Lejos estaba la imagen que le daban los maliciosos chismes de mujer petulante o egocéntrica.
La atracción entre ambos crecía a cada minuto. Una corriente de simpatía mutua y espontánea los unía. Y Lorenzo empezaba a conocer el significado de la palabra felicidad. Para el mediodía Lorenzo estaba enamorado.
¡Estaba perdidamente enamorado de ella!
¿Necesitaba tiempo para conocerla mejor? Tendría toda una vida para eso.

Se levantó de la silla, puso una rodilla en el suelo y tomó la mano de la sorprendida jovencita.
Y con toda calidez  y sinceridad se expresó de esta manera:

- ¿Cree usted en el amor a primera vista? Yo sí. No creo que el corazón pueda ser engañado, ni que se deba hacer caso a la prudencia, cuando todas las señales de la felicidad están frente a uno. Eres la mujer que estuve esperando y si me lo permites desearía convertirte en mi esposa.

- ¡Claro que acepto!- respondió ella emocionada.

El cuchicheo de un trío de voces femeninas interrumpió el romántico instante del beso. La señora Gonzáles Peralta, al igual que las otras dos mujeres, no pudieron evitar la cara de estupor ante la dulce escena que se desarrollaba en el pequeño salón.
Lorenzo Lucarini sujetando la mano de su prometida anunció:

- Señora, puede hacer ahora mismo una lista de invitados a la boda. Nos casamos en una semana.

- ¡¿Se va a casar con nuestra mucama?!

La señora Gonzáles Peralta no podía creerlo. Tendría que buscar, nuevamente, otro candidato para desposar a su hija.

Lorenzo Lucarini era un hombre muy inteligente...y muy afortunado.



  

FIN



 Autor: Adriana Cloudy 
Argentina 2016