Velika
Una madre
Los sepulcros no
representaban la paz eterna para el
viejo cuidador. La imagen de Irina lo atormentaba en sus pesadillas; el regreso
de un vampiro lo consideraba totalmente posible si le sobrevivía un
descendiente. En el pueblo todos creían que la criatura que había nacido de aquel strigoi estaba muerta. Solamente Inga, la comadrona, y mi esposo se
compadecieron de la recién nacida. En cambio, el viejo Jaris era un hombre simple con una mente simple no dejaba de soñar con la hija de Irina
transformada en un chupasangre insaciable.
No podía culparlo,
esas mismas pesadillas me acosaban de vez en cuando. En algunas veía a Irina en
el cuarto de Velika tratando de llevársela para liberarla de nuestros cuidados
moralistas.
Las pesadillas del viejo empeoraron al saber
de la muerte de mi esposo y consideró que Dios lo había escuchado cuando se presentaron
en el cementerio dos sujetos que podían terminar con sus miedos. Un par de
cretinos que se hacían llamar: Cazadores de vampiros.
En nuestra región no era extraño que todavía
los charlatanes recurriesen a la ignorancia, desde ayuntar fantasmas hasta
protección contra brujas cualquier método medieval les era útil para conseguir
dinero. Estos supuestos exterminadores de vampiros habían vejado más de una
tumba sin tener una prueba real de lo que profesaban pero, cuando escucharon la
historia del sepulturero, sintieron que el destino los había señalado.
Desde la muerte de
mi esposo iba a desayunar con Maria a la cocina, ella y Olga me brindaban esa contención
maternal que tanto necesitaba. Velika era cuidada por Rupert durante la noche,
ambos incluso paseaban a caballo cerca de la casa, con el paso de los años, solo
conservamos cuatro sirvientes y en realidad ellos fueron nuestra familia. Dos
parejas que ya eran mayores y no tenían hijos: Olga y Jonás junto a Rupert y
María cuidaban el hogar.
Esa mañana escuché a Olga llamándome desde el recibidor dejé mi
taza de té y miré sorprendida a María
que detuvo su tarea. Maria y yo notamos
enseguida el pánico en su voz. Mi cocinera me hizo un gesto para que no me
levantara de la silla y fue ella quién salió de la cocina. Yo decidí abrir la
puerta que daba al exterior de la casa, flanquear el lado izquierdo me permitía
llegar hasta el frente sin que nadie
pudiera verme por las ventanas.
Un carruaje sin
conductor permanecía en la entrada. Me acerqué a examinar su interior. Dentro se
encontraban unos maletines con una gran cruz grabada y en el piso del coche
unas bolsas amontonaban varias estacas
de madera. Tomé con rabia una de las bolsas y me dirigí enfurecida hacia la
casa. Abrí la puerta de un empujón, sin importarme que todavía llevaba puesto solamente
un camisón; el golpe sobresaltó a los tres: En el recibidor hallé a dos
desconocidos, uno de ellos apuntaba a mis empleadas con una pequeña pistola y
el tercero era el viejo cuidador del cementerio.
-¡Cómo se atreven a
presentarse en la casa de una familia protegida por el Zar!- grité arrojando la
bolsa con estacas a sus pies.
Vestían sendos tapados negros con grandes bolsillos
y llevaban botas de un modelo extranjero que no pude reconocer. El pelirrojo
era claramente irlandés y mantenía apuntada el arma sin inmutarse; el otro era bastante
alto, de ojos pequeños con un aire similar a un ave de rapiña tampoco parecía
ser ruso y había algo en su forma de hablar que asocié con un lugar muy lejano
a Europa.
Se mantuvieron firmes y calmados, sin duda los intrusos
sabían que estábamos solas. Por la mañana Rupert y Jonás, el esposo de Olga,
salían a recorrer el bosque para cazar alguna presa. El bosque era de gran
ayuda ahora que nuestra entrada de dinero se había reducido
El primero en
hablar fue el dueño del arma; intentaba dejar claro que no era de la misma
clase que su secuaz utilizando gestos de un mal empleado refinamiento.
-Mi señora, nuestra visita es un servicio a la comunidad. Esconder un
vampiro es una terrible ofensa contra Dios y tanto mi compañero como
quien le habla, nos dedicamos a terminar con la amenaza de estas miserables criaturas. La región es conocida por albergar a los seres más temidos y astutos del
infierno…
-Los estafadores saben usar bastante bien las mentiras que se narran en
los cuentos-dije interrumpiendo su discurso, y me miró ofuscado - ¡Es usted
simplemente un charlatán que se dedica a engatusar ignorantes!– le espeté con
furia.
- ¡Mentiras!- exclamó riéndose burlonamente-¿No vive en su casa un ser
que se oculta del sol y se alimenta de sangre? Nuestro amigo Jaris asegura que
ustedes han protegido a un vampiro durante varios años ¿Acaso no es un vampiro
su hija adoptiva?
El pelirrojo
le hizo un gesto a Olga como buscando
una confirmación a sus palabras. No iban a perder el tiempo esperando mi
respuesta, cuando en realidad estaban decididos a descubrir el secreto de la familia Gusev, y
comprobar si los delirios del viejo del cementerio eran reales; porque de
serlo, por fin podrían hacerse ricos confirmando la existencia de los vampiros.
El sepulturero
retrocedió unos pasos, se mostraba nervioso en su papel de Judas, se turbó y
confesó retorciéndose los dedos.
-Yo les conté todo señora Helena, y usted sabe que es cierto lo que pasó
con Irina…usted misma vio su cuerpo muerto y sus colmillos-confesó el viejo.
-Y sabemos de la hija que tuvo
ese demonio- agregó el rubio.
-No me interesa que les habrá contado un anciano borracho ¡Quiero qué
salgan de mi casa!
-Por favor señora, no menosprecie
nuestro trabajo también por diversas fuentes nos enteramos que su esposo le
daba de beber sangre humana a quienes ustedes llaman Velika Gusev.
Junto a su padre mi hija era conocida como una
enfermera ayudante; a pesar de verse como una niña demostraba ser muy dedicada
cuando le pedían colaborar con los pacientes del doctor. Se hablaba de que ella
podía realizar una sangría que mejoraba los dolores. Nikolai había sometido a
breves extracciones de sangre a varias adolescentes aturdidas por las jaquecas.
Las jóvenes habían encontrado un alivio en los colmillos de Velika.
- No puede seguir ocultando la verdad señora Gusev- murmuró el
sepulturero y luego exclamó con fuerza- ¡Despertará el mal que reside en ella…
y como su verdadera madre matará a toda su familia! ¡Estamos en peligro
mientras siga con vida!
El más alto no pretendía seguir escuchando el parloteo del anciano dando
explicaciones.
-Basta de conversación, vinimos a matar a un vampiro-dijo al pelirrojo y
éste movió la cabeza afirmando las palabras de su compañero.
El sepulturero les había informado con detalles
donde debían buscar. No preguntaron por el sótano ni por panteones, sabían que
el vampiro que buscaban estaba en la casa.
El pelirrojo siguió apuntando con el arma mientras
el otro subió de dos en dos los escalones, de la escalera que llevaba
directamente a las habitaciones. Iba armado con una gran navaja y se dirigía al
cuarto de mi hija; cuando intenté seguirlo sentí un fuerte tirón de mi pelo. El
pelirrojo me detuvo afirmándome contra su cuerpo y sujetando mi garganta con la
otra mano.
Lo que ocurrió después se desarrolló en pocos
segundos: Un disparo hizo que el pelirrojo se doblara y me soltara para sujetar
su rodilla que desde la parte posterior expulsaba sangre a borbotones. Olga
empujó al suelo al sepulturero y vi subir por las escaleras a Rupert armado con
un puñal.
El pelirrojo trató de recuperar su presa manoteando
mi pierna, otro disparo lo detuvo.
Caí al suelo pero me incorporé enseguida y pude ver
como Rupert descendía por las escaleras con Velika en brazos. Su camisón estaba
totalmente bañando en sangre.
Llevaba la cabeza inclinada hacia adelante acurrucada con los ojos cerrados contra el pecho de Rupert; su boca parecía entreabrirse levemente como haciendo un tenue esfuerzo por respirar. Olga y María gritaban aterrorizadas.
Llevaba la cabeza inclinada hacia adelante acurrucada con los ojos cerrados contra el pecho de Rupert; su boca parecía entreabrirse levemente como haciendo un tenue esfuerzo por respirar. Olga y María gritaban aterrorizadas.
El pelirrojo fue
arrastrado por Jonás hacia un rincón. La segunda bala no tardó en cumplir su
objetivo.
Rupert entró con Velika al consultorio de Nikolai; me levanté del
piso y corrí torpemente detrás del cochero. Sobre la camilla hallé a mi hija de
costado con su espalda encorvada. Inerte.
El olor a sangre era intenso y un rojo oscuro había
empapado todo su camisón…
Su cuerpo permaneció tieso durante un rato. Solo
oía mi llanto de angustia y la respiración agitada de Rupert. Velika no emitía
ningún sonido. Toqué su cara con cuidado y busqué el corte debajo de su
mandíbula. No respondió a mis movimientos. Era como un pajarillo de esos que
encuentras en el jardín, congelado con sus alitas pegadas al cuerpecito. Un
pajarillo que no volverá a volar.
Velika tosió, pasó la lengua por su paladar y me
llamó suavemente. Me pidió que le sacara la ropa sucia. No parecía tener idea de
lo sucedido. Olga y María entraron al consultorio, sonrieron al ver que Velika
estaba de pie, a pesar del aspecto que mostraba, comprendieron que nada grave
le había ocurrido. Rupert fue ayudar a Jonás que seguía apuntando con su
escopeta al sepulturero.
-No…no entiendo…
Tartamudeó el anciano.
-No entiendo-repitió el cuidador del cementerio-no es la niña…es otra,
debería ser una jovencita han pasado varios años. Es...es
imposible...ella debería tener la edad de Irina y como su madre comenzará a
matar.
- Es una niña,
viejo repugnante- le espetó Rupert.
Rupert y Jonás se llevaron al viejo en una carreta
y al regresar se ocuparon de los dos intrusos. En la habitación de Velika,
permanecía el rubio que había sido asesinado por Rupert. No quise ver su cadáver;
solo supe que Rupert lo atacó por la espalda cuando intentaba acercarse a mi
hija. Le quitó el cuchillo que llevaba y cortó su garganta. Por la noche
encontré el puñal del rubio junto al que utilizaba mi cochero sobre la mesa de
la cocina. Ambos estaban limpios, ni un rastro de sangre había en ellos. Y
aunque no quise preguntar, temiendo confirmar mis sospechas, sé bien que
ninguna de las dos armas fue utilizada.
Luego de este horrible incidente abandonamos de
inmediato nuestras tierras. Decidí aceptar la propuesta de
Duscha, las circunstancias
no me dejaban otra opción. María y Rupert nos acompañaron; Boris y Olga
quedaron como cuidadores de la casa. De esa forma nos alejamos de nuestro amado
hogar y refugio para emigrar a Estambul. Fue doloroso abandonar
aquella casa donde vivimos como familia. Velika se alejaba de todo lo que
conocía, y ahora debía tener claro que íbamos enfrentarnos juntas, contra las
supersticiones del mundo.
Estuvimos de
acuerdo que su edad seria la que los demás viesen, una chiquilla de siete años.
No era solamente una adolescente, que todavía lucia como una niñita con una
inteligencia destacada, para ciertas personas la verdad de su naturaleza podía
representar una especie de milagro, y para otras una aberración.
Me pareció que la mejor forma para que Velika
entendiese las ideas que la gente podía hacerse sobre ella, era mostrándole una
historia que se hacia cada vez más popular.
Le entregué mi ejemplar de Drácula.
Durante el viaje lo
leyó con avidez. Cuando me dijo que había terminado la lectura de la novela le
pregunté su opinión sobre el personaje principal y que pensaba acerca de toda
la historia:
-Drácula es un
pobre viejo solitario viviendo en un castillo, es comprensible que abandonara
todo lo que conoce por una vida diferente, a pesar de saber lo caro que podría
costarle exponerse al mundo. El deseo y el amor dan sentido a la vida,
cualquiera lucharía por una oportunidad para conocer esas sensaciones…Drácula
ya conocía el deseo.
Nunca pensé que
esos aspectos sobresalían en la obra. La sed de sangre y el terror no
parecieron perturbarla es mas, para ella ni siquiera se trataba de una historia
perversa. Me hizo gracia que el escritor Bram Stoker, no hubiese logrado
impresionar a Velika como lo había hecho conmigo.
Y para cerrar su
conclusión agregó:
-Cuando te descuidas
el amor puede volverte loco.
Y acaso no era por
el amor que Nikolai y yo teníamos hacia ella, que hicimos tantas cosas que se
considerarían espantosas o una locura a los ojos de cualquiera.
Por ese amor he
jurado que nada ni nadie le hará jamás daño a mi hija. Durante un largo tiempo
he cumplido mi promesa y lo seguiré haciendo.
Final
del primer capitulo
Junto a Velika te agradezco que hayas leido el primer capitulo completo de la novela.
Autor: Adriana Cloudy
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1 comentario:
Casi nada esa funesta visita!!Ha sido muy angustiante todo!!
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