Últimas fotografías
El viaje en grupo se había planeado durante todo el año,y por fin era una realidad. Lejos de la ciudad, de las obligaciones cotidianas, la cabaña solitaria en medio del bosque era un oasis de libertad para los cinco
estudiantes de fotografía. Tenían la naturaleza en todo su esplendor para
disfrutar por dos semanas. Una casa cómoda y limpia que les ofrecía lo
necesario para dormir, comer, y guardar en forma segura todo su equipamiento.
No podían pedir nada mejor.
-Tratemos de no trasnochar, si nos levantamos al amanecer
...-comenzó diciendo Javier apenas se instalaron dentro de la cabaña.
Samanta lo interrumpió.
-¡Javier no seas pesado! Cada uno será dueño de su horario¡Sin reglas! Usen la noche; el día; la tarde; recorran todo el lugar. Mi casa es
su casa, el bosque es de ustedes por dos semanas sólo aprovechen y diviértansen.
-Ok, veamos que tan originales serán las fotos que
consiguen-dijo Javier
-Vamos Javier, suenas cómo un profesor-exclamó Pablo.
Sin embargo hubiese sido mejor organizarse, y hasta escribir
los horarios y zonas de recorrido en una pizarra tal cómo en vano, siguió
insistiendo Javier. Quizás teniendo un horario que respetar, no les hubiese
parecido normal que, Claudia y Jorge ,decidieran
no volver la primera noche. Los tres que
durmieron en la cabaña no se extrañaron de no verlos apenas salió el sol; todos
pensaron que la pareja tenía un motivo amoroso para no regresar.
Cada uno se ocupó de sus propios asuntos, y salieron a tomar
las primeras fotos del paisaje, hasta que en ése recorrido matinal, Pablo se
apartó al notar un pequeño charco de sangre.
Algún animal había estado cazando durante la noche y ahora estaría deleitándose en un festín.
Algún animal había estado cazando durante la noche y ahora estaría deleitándose en un festín.
Siguió el rastro tomando fotos de las huellas. Efectivamente
a pocos metros, escondido entre arbustos, un gato salvaje masticaba con fuerza,
su desayuno.
-Si amigo eres un buen cazador-murmuró con suavidad Pablo enfocando al animal. Utilizó el zoom para captar con detalle la boca del felino, su presa era un tanto singular porque lo que masticaba se parecía a un dedo humano: era algo que no tenía pelos lo que descartaba una ardilla o ratón. El gato despegaba de a poco la carne adherida de un hueso que parecía fragmentado en falanges.
-Si amigo eres un buen cazador-murmuró con suavidad Pablo enfocando al animal. Utilizó el zoom para captar con detalle la boca del felino, su presa era un tanto singular porque lo que masticaba se parecía a un dedo humano: era algo que no tenía pelos lo que descartaba una ardilla o ratón. El gato despegaba de a poco la carne adherida de un hueso que parecía fragmentado en falanges.
Pablo sintió un escalofrió por la espalda y en su memoria
buscó datos que había leído acerca de esa clase de animales.
“El gato montés ataca siempre presas pequeñas por la cabeza
y se las traga casi sin masticar. En cambio cuando la presa es de gran tamaño
el felino se sirve de sus patas para despedazarla.”
Un sonido hizo que su cabeza girara hacia la izquierda, dos
pares de ojos miraban la escena con
atención. Pablo se incorporó lentamente, los dos gatos se acercaban gruñendo.
Retrocedió hacia atrás, intentando no hacer ruido, y esperanzado de que el viento
no llevará su olor hasta las narices de los animales.
Los dos recién
llegados corrieron hacia el que comía, para robarle el resto de su presa medio
escondida entre el pasto. Pablo que sólo deseaba alejarse antes que lo ataquen, no pudo ver el motivo de la disputa. Ésa habría sido una foto muy original, porque se trataba de una mano pequeña.
Al regresar , Pablo se encontró que la pareja seguía sin
aparecer y Javier trazaba un recorrido en el mapa para comenzar la búsqueda.
-Yo estaba segura que se habían quedado en un borde del lago, dónde se puede nadar con tranquilidad pero no hay nada ahí.Ni rastro de
ellos-le informó Samanta.– Tengo miedo que se hayan extraviado.
-En éste lugar la naturaleza no es tan amable como parece –
dijo Pablo ofreciendo su cámara, para que viese las fotos del gato y su presa.
-No hay peligro en esta zona Pablo. Los animales temen a los
humanos y se esconden de ellos, pero si no conoces bien el camino puedes dar
vueltas en círculos.
-Lo qué tú digas Sam ¿Y qué haremos?
Javier explicó rápidamente el plan. Recorrer la orilla del
lago hasta su parte más ancha y regresar por una zona más alta.
-Samanta tú te quedas en la casa con la camioneta por si
ellos regresan, no sabemos si alguno de los dos esta herido.
-Javier yo debería ir, tú viniste sólo una vez a este bosque
y Pablo no tiene idea de lo que es un árbol.
-¡Oye Samanta, tan estupido te parezco!- replicó el
agraviado.
Optaron por no discutir y los dos muchachos salieron en busca de sus amigos. Pablo seguía con su
cámara fotografiando arriba y abajo cualquier cosa que llamaba su atención
-Es molesto verte concentrado en enfocar, cuando deberías
fijarte bien si hay alguna huella de los chicos-exclamó Javier cuando Pablo
sacó la novena foto.
-Amigo, estas fotos nos pueden ayudar a regresar a la cabaña
además soy fotógrafo no policía colaboro como puedo.
Minutos más tarde Pablo pudo distinguir un nuevo charco de
sangre junto a un árbol, se agitaba
levemente por un goteo vertical. Levantó la cámara para enfocar con el zoom
cierto objeto que estaba colgado entre las ramas y descubrió con espanto que
era un brazo humano.
-¡Javier por el amor de Dios mira hacia arriba!
Entonces el tiempo pareció acelerarse, algo hizo que su
amigo se cayera boca abajo al suelo y lo arrastró como una bolsa por entre los
arbustos. Pablo corrió tratando de alcanzarlo, entre gritos Javier intentaba
clavar las uñas en la tierra para frenar su cuerpo.
Desapareció.
Su amigo fue tragado
por el bosque. El fotógrafo avanzó varios metros siguiendo el rastro en la tierra,pero no podía ver hacia donde
se dirigió el cuerpo de su compañero.
Gritó varias veces - Javier...Javier...- si podía escucharlo le era imposible responder y él sabía que sin un arma, sin esa clase de ayuda, estaba en desventaja. Nada podía hacer permaneciendo ahí.
Gritó varias veces - Javier...Javier...- si podía escucharlo le era imposible responder y él sabía que sin un arma, sin esa clase de ayuda, estaba en desventaja. Nada podía hacer permaneciendo ahí.
Regresó corriendo
hacia la cabaña y en todo el trayecto sintió que lo perseguían, pero cada vez que
volteó para ver no había nadie.
-¡Samanta! ¡Samanta! Tenemos que ir al pueblo.
-¿Qué pasó? ¿Dónde está Javier?
Sujetó con fuerza de un brazo a la chica y se dirigió con
ella hasta la camioneta. El vehículo tenia las cuatro ruedas cortadas.
-¡Maldición! ¡Todo el tiempo estuvieron vigilándonos! -gritó
Pablo sujetándose la cabeza.
-¡Quiero que me digas exactamente qué pasó y por qué Javier
no regresó contigo!-exigió Samanta asustada.
-¡Nos atacaron en medio del bosque, algo extraño sucede en
este lugar!
Aseguró su amigo, y alzando la mano con la que sujetaba la
cámara agregó
-Tengo fotos del sendero que recorrimos.
-¿Fueron atacados por unos cazadores borrachos?
-Lo que se llevó a Javier, no eran cazadores-replicó Pablo-
guarda la cámara y cierra bien todas las
puertas y ventanas, yo iré hasta el pueblo.
Samanta consternada obedeció. Una vez dentro de la casa encendió
su lapto y conectó la tarjeta de memoria para ver las fotografías.A medida que pasaban las diferentes imágenes observó un
detalle que se repetía en cada una. Era una marca blanca. Una especie de
símbolo estaba grabado en los troncos de los árboles.
De pronto un ruido la sobresaltó.Un sonido exterior similar
a un piedrazo contra la pared. Se repitió y súbitamente fue multiplicándose.
Levantó un poco la persiana para observar, varios objetos efectivamente
golpeaban la pared de la casa y en el suelo se veían rocas de distintos tamaños y ramas, y
entre ellos, reconoció cosas que pertenecían a sus amigos: Claudia y Jorge.
El miedo recorrió el cuerpo de la muchacha, alguien se divertía jugando perversamente con ellos.
El miedo recorrió el cuerpo de la muchacha, alguien se divertía jugando perversamente con ellos.
Samanta distinguió la figura de Pablo que regresaba a la
casa, corrió abrir la puerta y salió en su dirección. El muchacho le hizo señal
que se detuviera. El joven, tenía su mano derecha contra su estómago. Pablo sangraba. Samanta
asustada corrió hacia su amigo y otra vez el tiempo pareció acelerarse el chico
cayó al piso para ser arrastrado de la misma forma que Javier.
-¡No! ¡Por favor no, déjenlo!-gritaba Samanta a un invisible
agresor.
Pablo se sujetó del tronco de un árbol y detuvo el impulso unos
segundos, como sucede cuando por un caño se traba algo y uno suele jalar más
fuerte, eso mismo hizo esta fuerza invisible; dividiendo en dos partes el cuerpo
de Pablo. Los intestinos quedaron expuestos entre el pasto y la sección de las
piernas que siguió su ruta hacia el bosque, donde se perdió de vista.
Prorrumpiendo en un llanto desesperado Samanta se aproximó lo suficiente para ver que en medio de una convulsión,
su compañero, blanqueaba sus ojos hasta que dejo de estremecerse.
Una especie de latigazo en su vientre le advirtió que ella
era la próxima.Corrió hacia la residencia y cerró con llave la puerta. ¿Qué podía
hacer? Esa zona no contaba con señal telefónica, volvió a mirar las fotografías,
esa marca blanca, ese símbolo, tan similar a una runa, se repetía en cada foto. Siguió pasando los
archivos entre ellos estaban las fotos que habían sacado al llegar Claudia y Jorge y esa marca estaba en la mochila que llevaba
Claudia.
Samanta comprendió que debía buscar una forma de defenderse. Si salía de la casa seria raptada, claro
que podía permanecer encerrada, tenia comida y agua. Mientras fuese lo que
fuese no decidiera entrar; sin embargo un ardor le avisó que su cuerpo no
estaba del todo bien. Se levantó la camiseta, tenia una marca blanca en el
abdomen ¡El símbolo! enseguida fotografió su marca.
No podía quedarse ahí nada más, tenía que escapar. Recordó que la dirección que habían tomado siempre era hacia el río, entonces
caminaría hacia el norte intentando no ser vista.
Observó varios
minutos por la ventana, no había nadie. Decidida abrió la puerta trasera que
estaba en la cocina. Apenas cruzó el umbral sintió un golpe en su cabeza y un
fuerte tirón.
Se tocó la sien, su oreja izquierda ya no estaba. Regresó al interior y fue directo al baño, se miró en el espejo, un agujero lleno de sangre estaba en lugar de su oído. Un grito desgarrador brotó de su garganta. Samanta estaba sola y herida, y no podía salir de la casa. Tomó su propia cámara de fotos, y sobreponiéndose al shock, hizo varias fotos de su rostro. Después, en la sangre que corría por su cara y hombro, mojó sus dedos y escribió en el piso: S.O.S
Se tocó la sien, su oreja izquierda ya no estaba. Regresó al interior y fue directo al baño, se miró en el espejo, un agujero lleno de sangre estaba en lugar de su oído. Un grito desgarrador brotó de su garganta. Samanta estaba sola y herida, y no podía salir de la casa. Tomó su propia cámara de fotos, y sobreponiéndose al shock, hizo varias fotos de su rostro. Después, en la sangre que corría por su cara y hombro, mojó sus dedos y escribió en el piso: S.O.S
- Cazadores-murmuró casi sin aire- son cazadores de la naturaleza,
ahora les interesan los humanos.
Samanta se desmayó recordando antes las palabras de una historia que le contó su abuela.
“A veces mi niña, desde las estrellas, llegan cazadores al bosque. Ellos se llevan partes de animales y se van. No vienen muy
seguido, yo vi uno cuando tenia ocho años.”
Los cazadores, son un tipo de visitante alienígena, que en sus
excursiones buscan diferentes muestras de especímenes para coleccionar, y el ser
humano siendo parte de la naturaleza, es otro animal que cazar en éste planeta.
Autor: MenteImperfecta ©
Escrito y Publicado por primera vez en facebook para la página
Relatos e Historias de Terror. Noviembre2013
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