martes, 3 de diciembre de 2013

Últimas fotografías. Terror y Sci-Fi

Últimas fotografías

El viaje en grupo se había planeado durante todo el año,y por fin era una realidad. Lejos de la ciudad, de las obligaciones cotidianas, la cabaña solitaria en medio del bosque era un oasis de libertad para los cinco estudiantes de fotografía. Tenían la naturaleza en todo su esplendor para disfrutar por dos semanas. Una casa cómoda y limpia que les ofrecía lo necesario para dormir, comer, y guardar en forma segura todo su equipamiento. No podían pedir nada mejor.

-Tratemos de no trasnochar, si nos levantamos al amanecer ...-comenzó diciendo Javier apenas se instalaron dentro de la cabaña.

Samanta lo interrumpió.

-¡Javier no seas pesado! Cada uno será dueño de su horario¡Sin reglas! Usen la noche; el día; la tarde; recorran todo el lugar. Mi casa es su casa, el bosque es de ustedes por dos semanas sólo  aprovechen y diviértansen.

-Ok, veamos que tan originales serán las fotos que consiguen-dijo Javier

-Vamos Javier, suenas cómo un profesor-exclamó Pablo.

Sin embargo hubiese sido mejor organizarse, y hasta escribir los horarios y zonas de recorrido en una pizarra tal cómo en vano, siguió insistiendo Javier. Quizás teniendo un horario que respetar, no les hubiese parecido normal que,  Claudia y Jorge ,decidieran no volver  la primera noche. Los tres que durmieron en la cabaña no se extrañaron de no verlos apenas salió el sol; todos pensaron que la pareja tenía un motivo amoroso para no regresar.
Cada uno se ocupó de sus propios asuntos, y salieron a tomar las primeras fotos del paisaje, hasta que en ése recorrido matinal, Pablo se apartó al notar un pequeño charco de sangre.
Algún animal había estado cazando durante la noche y ahora estaría deleitándose en un festín.
Siguió el rastro tomando fotos de las huellas. Efectivamente a pocos metros, escondido entre arbustos, un gato salvaje masticaba con fuerza, su desayuno.
-Si amigo eres un buen cazador-murmuró con suavidad Pablo enfocando al animal. Utilizó el zoom para captar con detalle la boca del felino, su presa era un tanto singular porque lo que masticaba se parecía a un dedo humano: era algo que no tenía pelos lo que descartaba una ardilla o ratón. El gato despegaba de a poco la carne adherida  de un hueso que parecía fragmentado en falanges.
Pablo sintió un escalofrió por la espalda y en su memoria buscó datos que había leído acerca de esa clase de animales.
“El gato montés ataca siempre presas pequeñas por la cabeza y se las traga casi sin masticar. En cambio cuando la presa es de gran tamaño el felino se sirve de sus patas para despedazarla.”
Un sonido hizo que su cabeza girara hacia la izquierda, dos pares de ojos  miraban la escena con atención. Pablo se incorporó lentamente, los dos gatos se acercaban gruñendo. Retrocedió hacia atrás, intentando no hacer ruido, y esperanzado de que el viento no llevará su olor hasta las narices de los animales.
 Los dos recién llegados corrieron hacia el que comía, para robarle el resto de su presa medio escondida entre el pasto. Pablo que sólo deseaba alejarse antes que lo ataquen, no pudo ver el motivo de la disputa. Ésa habría sido una foto muy original, porque se trataba de una mano pequeña.


 Al regresar , Pablo se encontró que la pareja seguía sin aparecer y Javier trazaba un recorrido en el mapa para comenzar la búsqueda.

-Yo estaba segura que se habían quedado en un borde del lago, dónde se puede nadar con tranquilidad pero no hay nada ahí.Ni rastro de ellos-le informó Samanta.– Tengo miedo que se hayan extraviado.

-En éste lugar la naturaleza no es tan amable como parece – dijo Pablo ofreciendo su cámara, para que viese las fotos del gato y su presa.

-No hay peligro en esta zona Pablo. Los animales temen a los humanos y se esconden de ellos, pero si no conoces bien el camino puedes dar vueltas en círculos.

-Lo qué tú digas Sam ¿Y qué haremos?

Javier explicó rápidamente el plan. Recorrer la orilla del lago hasta su parte más ancha y regresar por una zona más alta.

-Samanta tú te quedas en la casa con la camioneta por si ellos regresan, no sabemos si alguno de los dos esta herido.

-Javier yo debería ir, tú viniste sólo una vez a este bosque y Pablo no tiene idea de lo que es un árbol.

-¡Oye Samanta, tan estupido te parezco!- replicó el agraviado.

Optaron por no discutir y los dos muchachos salieron en  busca de sus amigos. Pablo seguía con su cámara fotografiando arriba y abajo cualquier cosa que llamaba su atención

-Es molesto verte concentrado en enfocar, cuando deberías fijarte bien si hay alguna huella de los chicos-exclamó Javier cuando Pablo sacó la novena foto.

-Amigo, estas fotos nos pueden ayudar a regresar a la cabaña además soy fotógrafo no policía colaboro como puedo.

Minutos más tarde Pablo pudo distinguir un nuevo charco de sangre  junto a un árbol, se agitaba levemente por un goteo vertical. Levantó la cámara para enfocar con el zoom cierto objeto que estaba colgado entre las ramas y descubrió con espanto que era un brazo humano.

-¡Javier por el amor de Dios mira hacia arriba!

Entonces el tiempo pareció acelerarse, algo hizo que su amigo se cayera boca abajo al suelo y lo arrastró como una bolsa por entre los arbustos. Pablo corrió tratando de alcanzarlo, entre gritos Javier intentaba clavar las uñas en la tierra para frenar su cuerpo.
Desapareció.
 Su amigo fue tragado por el bosque. El fotógrafo avanzó varios metros siguiendo el rastro en la tierra,pero no podía ver hacia donde se dirigió el cuerpo de su compañero.
Gritó varias veces  - Javier...Javier...- si podía escucharlo le era imposible responder y él  sabía que sin un arma, sin esa clase de ayuda, estaba en desventaja. Nada podía hacer permaneciendo ahí.
Regresó  corriendo hacia la cabaña y en todo el trayecto sintió que lo perseguían, pero cada vez que volteó para ver no había nadie.


-¡Samanta! ¡Samanta! Tenemos que ir al pueblo.

-¿Qué pasó? ¿Dónde está Javier?

Sujetó con fuerza de un brazo a la chica y se dirigió con ella hasta la camioneta. El vehículo tenia las cuatro ruedas cortadas.

-¡Maldición! ¡Todo el tiempo estuvieron vigilándonos! -gritó Pablo sujetándose la cabeza.

-¡Quiero que me digas exactamente qué pasó y por qué Javier no regresó contigo!-exigió Samanta asustada.

-¡Nos atacaron en medio del bosque, algo extraño sucede en este lugar!

Aseguró su amigo, y alzando la mano con la que sujetaba la cámara agregó

-Tengo fotos del sendero que recorrimos.

-¿Fueron atacados por unos cazadores borrachos?

-Lo que se llevó a Javier, no eran cazadores-replicó Pablo- guarda  la cámara y cierra bien todas las puertas y ventanas, yo iré hasta el pueblo.

Samanta consternada obedeció. Una vez dentro de la casa encendió su lapto y conectó la tarjeta de memoria para ver las fotografías.A medida que pasaban las diferentes imágenes observó un detalle que se repetía en cada una. Era una marca blanca. Una especie de símbolo estaba grabado en los troncos de los árboles.
De pronto un ruido la sobresaltó.Un sonido exterior similar a un piedrazo contra la pared. Se repitió y súbitamente fue multiplicándose. Levantó un poco la persiana para observar, varios objetos efectivamente golpeaban la pared de la casa y en el suelo se veían rocas de distintos tamaños y ramas, y entre ellos, reconoció cosas que pertenecían a sus amigos: Claudia y Jorge.
El miedo recorrió el cuerpo de la muchacha, alguien se divertía jugando perversamente con ellos.
Samanta distinguió la figura de Pablo que regresaba a la casa, corrió abrir la puerta y salió en su dirección. El muchacho le hizo señal que se detuviera. El joven, tenía su mano derecha  contra su estómago. Pablo sangraba. Samanta asustada corrió hacia su amigo y otra vez el tiempo pareció acelerarse el chico cayó al piso para ser arrastrado de la misma forma que Javier.

-¡No! ¡Por favor no, déjenlo!-gritaba Samanta a un invisible agresor.

Pablo se sujetó del tronco de un árbol y detuvo el impulso unos segundos, como sucede cuando por un caño se traba algo y uno suele jalar más fuerte, eso mismo hizo esta fuerza invisible; dividiendo en dos partes el cuerpo de Pablo. Los intestinos quedaron expuestos entre el pasto y la sección de las piernas que siguió su ruta hacia el bosque, donde se perdió de vista.
Prorrumpiendo en un llanto desesperado Samanta se aproximó  lo suficiente para ver que en medio de una convulsión, su compañero, blanqueaba sus ojos hasta que dejo de estremecerse.
Una especie de latigazo en su vientre le advirtió que ella era la próxima.Corrió hacia la residencia y cerró con llave la puerta. ¿Qué podía hacer? Esa zona no contaba con señal telefónica, volvió a mirar las fotografías, esa marca blanca, ese símbolo, tan similar a una runa,  se repetía en cada foto. Siguió pasando los archivos entre ellos estaban las fotos que habían sacado al llegar  Claudia y Jorge y  esa marca estaba en la mochila que llevaba Claudia.
-¡Dios mío! ¡¿Qué  está pasando?!



Samanta comprendió que debía buscar una forma de defenderse. Si salía de la casa  seria raptada, claro que podía permanecer encerrada, tenia comida y agua. Mientras fuese lo que fuese no decidiera entrar; sin embargo un ardor le avisó que su cuerpo no estaba del todo bien. Se levantó la camiseta, tenia una marca blanca en el abdomen ¡El símbolo! enseguida fotografió su marca.
No podía quedarse ahí nada más, tenía que escapar. Recordó que la dirección que habían tomado siempre era hacia el río, entonces caminaría hacia el norte intentando no ser vista.
 Observó varios minutos por la ventana, no había nadie. Decidida abrió la puerta trasera que estaba en la cocina. Apenas cruzó el umbral sintió un golpe en su cabeza y un fuerte tirón.
Se tocó la sien, su oreja izquierda ya no estaba. Regresó al interior y fue directo al baño, se miró en el espejo, un agujero lleno de sangre estaba en lugar de su oído. Un grito desgarrador brotó de su garganta. Samanta estaba sola y herida, y no podía salir de la casa. Tomó su propia cámara de fotos, y sobreponiéndose al shock, hizo varias fotos de su rostro. Después, en la sangre que corría por su cara y hombro, mojó sus dedos y escribió en el piso:  S.O.S

- Cazadores-murmuró casi sin aire- son cazadores de la naturaleza, ahora les interesan los humanos.

Samanta se desmayó recordando antes las palabras de una historia que le contó su abuela.

“A veces mi niña, desde las estrellas, llegan cazadores al bosque. Ellos se llevan partes de animales y se van. No vienen muy seguido, yo vi uno cuando tenia ocho años.”

Los cazadores, son un tipo de visitante alienígena, que en sus excursiones buscan diferentes muestras de especímenes para coleccionar, y el ser humano siendo parte de la naturaleza, es otro animal que cazar en éste planeta.



Autor: MenteImperfecta ©



Escrito y Publicado por primera vez en facebook para la página
Relatos e Historias de Terror.     Noviembre2013




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