El 2 de diciembre de 1949 fue celebrado por Unesco
el convenio para la represión de la trata de personas
y de la explotación de la prostitución ajena.
Cada año millones de personas, la mayoría mujeres y niños, son engañadas, vendidas, coaccionadas o sometidas de alguna manera a situaciones de explotación de las cuales no pueden escapar.
Constituyen la mercancía de una industria mundial que mueve miles de millones de dólares y que está dominada por grupos de delincuentes muy bien organizados que operan con impunidad.
Los inmigrantes constituyen un grupo vulnerable al que no sólo son violados sus derechos como trabajadores sino como seres humanos: éstos son materia y mercancía de las redes de tráfico de personas.
Hoy en día no existen soluciones fáciles a la trata de personas, pero su magnitud requiere, en opinión de muchos, la adopción de medidas inmediatas. Para combatir el fenómeno serían necesarios enfoques integrales, interdisciplinarios y de largo plazo que permitieran abordar todos los aspectos del ciclo de la trata y reconocer implícitamente las relaciones entre la trata de personas, la migración, el racismo y la discriminación racial. Desde el punto de vista de algunos humanistas, la luchas contra esta práctica no sólo es deber de los gobiernos, sino que es responsabilidad de todos.
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No te quedes callado, no guardes silencio, no permitas que siga
la trata, la esclavitud, la explotación y la prostitución de niños, hombres y mujeres.
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