sábado, 29 de agosto de 2015

VELIKA capitulo 1 Una madre (octava parte)


Velika

Capitulo 1


Una madre

( octava parte)



Sobre las necesidades de mi hija, ahora entendía, que la niñera podía saber más que yo. Duscha se marchó y lamenté que mi temperamento no me permitió haberla interrogado con más precisión. Desde el salón de lectura me llegaba el sonido de los reclamos de Velika hacia su padre, pidiendo  leer juntos un libro. El ejemplar de Drácula, que mantenía escondido, ya no parecía tan aterrador al lado de las muertes provocadas por Irina.
En la mañana volvería mi rutina familiar. Mi hija seguiría bebiendo sangre, tenia que asumirlo de una vez. Nikolai amaba a su hija, de la misma forma que el padre de Irina la amó. ¿Qué pasaría cuando creciera? Ella no cambiaría su hábito; tendríamos suerte si no se convertía en una bestia sedienta. Hasta ese momento jamás tuve miedo de morir bajo su sed.
Al dormir aquella noche, un sueño me reveló una de las futuras posibilidades:
Me sentía sofocada por la cantidad de personas, todos los nobles de Europa parecían estar presentes en la ceremonia. Una reunión similar a una coronación. La familia del Zar estaba sentada en sendos tronos con rostros alegres. Y entonces Velika hizo su entrada. Con un paso solemne, iba vestida como una muñeca de porcelana, envuelta en un vestido de terciopelo azul con piedras bordadas; lucia como una pequeña princesa radiante. Manteniendo la mirada fija hacia la familia real, parecía que Velika había ensayado cada movimiento.
Todos la miraban fascinados. El Zar se puso de pie y le dio la mano, Velika hizo una graciosa reverencia, de esas que hacían reír al doctor Frederich S; en mi sueño mi hija y Nicolas II parecían conocerse, con un aplauso un oficial del ceremonial aclamó el encuentro de ambos en el centro del salón. Todos los presentes también aplaudieron. Luego los guardias abrieron las puertas y una larga fila de niños comenzó a ingresar en el salón. Eran niños pobres, de diferentes edades, avanzaban cada tanto empujados por un guardia,  se desplazaban aturdidos por el pasillo principal. Dejando rastros de barro sobre la alfombra.
Como sucede en los sueños, Nicolas II hablaba a los congregados en la ceremonia, pero yo no podía comprender sus palabras; tanto la sensación de ahogo como de qué algo no andaba bien, aceleraban mi corazón. Quería acercarme a mi hija , llamar la atención de Velika, pero una rolliza duquesa me estorbaba.
El Zar seguía con su discurso, en forma grandilocuente moviendo las manos, un discurso ahora dirigido especialmente a los niños pobres, porque señalaba uno por uno a los que tenia enfrente.
Y entonces su hijo, el joven heredero al trono, se acercó a Velika la tomó con suavidad de la mano, para ubicarse en el centro delante del Zar. Velika y el niño observaron el grupo de los infantes pobres. De entre ellos, el hijo del Zar, escogió una niña muy pequeña, bastante menor que Velika. La pequeña fue empujada hacia el frente por un guardia y enseguida se puso a llorar.
 Comencé a gritar, solo para ser escuchada por la multitud, porque yo seguía con mis oídos sordos; llamaba a Velika en forma desesperada; no me cabía duda de lo que ocurría en esa ceremonia.
 Esa chiquilla era la ofrenda. Un regalo, para un vampiro.
 La rolliza duquesa adrede me impedía pasar. Mi desesperación alertó a los niños pobres, que comenzaron a dispersarse entre los nobles, no parecían tener miedo, no huían. Golpeaban a patadas a los viejos aristócratas, tirando al suelo a los desprevenidos que confiaban en que respetarían el poder de su autoridad pero, de nada les servia sus títulos, ante el ataque de los mocosos.
 Velika se reía, mostrando unos afilados colmillos, de una forma divertida pero demencial viendo como todo se convertía en un caos. De pronto, giró su cabeza hacia el hijo del Zar y clavó sus dientes en el joven Romanov. La sangre corría por el cuello del pequeño, y el resto de los presentes solo intentaban escapar del ataque de los niños pobres. La única que se mantenía tranquila en un rincón mirándome fijamente era Duscha.
Una sensación helada en mi mejilla me despertó. Abrí los ojos para encontrarme con la mirada de Velika que mantenía su manito apoyada en mi cara.

- Mami, ¿puedes amarme?

Su vocecita me rescató totalmente de la angustia de la pesadilla.

- Si preciosa, puedo amarte hasta el infinito, te lo juro hija ¿y tú? ¿Puedes amar a tu madre?

Sacudió sus bucles afirmativamente y me abrazó torpemente intentado subirse a la cama. Y corriendo mi cabello con cuidado, murmuró en mi oído.

- Mami, no quiero ir al palacio del Zar.

Todavía no comprendo si Velika dijo eso mientras yo seguía soñando.Si no fue así.
 ¿Cómo supo dónde transcurría mi sueño?




Sin Duscha y sus lecciones de música.Tuve que buscar nuevas distracciones para Velika, ninguna de las dos mencionamos el incidente del cervatillo. Creo que ella olvidó lo que ocurrió en el bosque. 
Velika era como cualquier niño de cinco años; inventaba juegos a diario que luego olvidaba. No extrañó a su niñera, no fue como en veces anteriores. Estaba creciendo y madurando, entendiendo que los adultos tienen sus propios asuntos. Dos meses después nos mudábamos a Rostov, debíamos mezclarnos con la gente, basta de aislarnos detrás de las montañas. Seriamos una familia normal.
Excepto que Nikolai tenia planeado trabajar en un hospital y garantizar la alimentación de nuestra hija.




Continuará...



Autor: MenteImperfecta © Adriana Cloudy 2015

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