Velika
Capitulo 1
Una madre
( séptima parte)
Esos niños nunca regresaban a su
hogar. Atraídos con falsas promesas, de un trabajo generosamente remunerado,
fueron trasladados a la residencia del aristócrata para ser sacrificados. Se
conocían varias historias espeluznantes acerca del sometimiento que sufrían los
pobres; cualquier acto inmoral se le permitía a los poderosos, y en este caso,
nadie sospechaba el destino fatal de esos niños. El padre de Irina aceptando
que Dios ya había condenado a toda su familia y cansado de tanto horror,
comenzó a sentirse deseoso de librarse de su hija. Confesó a mi marido, las
atrocidades que estaban ocurriendo y
aseguró, que estaba dispuesto a terminar con todo. Entregaría a su hija para
que fuese destruido el mal que vivía en ella.
Nikolai se opuso a semejante
empresa. Si la descubrían seria sentenciada a muerte, se le debía piedad al
inocente que albergaba en su vientre.Le recomendó, a ese padre desesperado, mantener
encerrada a Irina. Mantenerla lejos de cualquier ser humano hasta que naciera
su nieto. Cuidada por una criada de confianza que tomaría los recaudos
necesarios, para que no escapara.
La joven Irina, frágil, lánguida
y angelical había desaparecido, en su lugar quedaba una bestia, con la fuerza
suficiente para derribar a dos hombres y esa bestia no soportó la abstinencia.
Mi marido mantenía vivo en su
memoria, cada paso que dio por aquella residencia hasta encontrarse con Irina.
- Rupert detuvo el carruaje en la
entrada de la mansión, enseguida notamos las puertas principales abiertas. Una
de ellas era azotada por el viento sin llegar a cerrarse...todo permanecía a
oscuras. Cuando subimos las escaleras
encontramos a uno de los sirvientes; bocabajo tirado en el suelo...muerto, su
pierna no permitía que se cerrara la puerta.
Nikolai no pudo saber exactamente
qué desencadenó esa noche fatal. Él y Rupert reclamaron a gritos la presencia
de algún miembro de la casa, antes de decidirse a recorrer los cuartos uno por
uno. En cada estancia hallaron un muerto. A las victimas les habían arrancado
las orejas, o los dedos de la mano. Parecía que intentaron defenderse, al menos
eso indicaban los vidrios rotos y objetos tirados, pero fueron rodeados y
perseguidos como una presa indefensa. Cadáveres grises totalmente desangrados
con los ojos blancos y los labios resquebrajados, era todo lo que quedaba.
Y entonces, comenzó a comprender
que no había sido la venganza de los campesinos por las muertes de sus hijos sino,
el hambre de Irina.
A la madre de la joven la hallaron sentada en
el invernadero, sobre su regazo, todavía conservaba su trabajo de bordado; sus
ojos estaban cerrados y en su cara una leve sonrisa en un gesto de serena
abnegación hacía pensar que por fin se sentía en paz. En su cuello, como en los
demás, asomaban dos profundos y pequeños agujeros similares la mordida de un
animal.
- ¡Helena, yo fui el culpable!
¡Yo obligué al padre de Irina a encerrarla como si ella fuera simplemente una
loca histérica! ¡Debí llevármela a un hospicio lejos de todos, hasta que
naciera el bebé! Y a pesar de las muertes del que era testigo, no quise
hacerlo...
Nunca he visto llorar al doctor
Gusev delante de mí, ni cuando tuvimos la pena de los abortos ni cuando murió
algún paciente con el que se había encariñado. Pero esa mañana, el llanto desgarró
su espíritu. La culpa se había instalado profundamente en su corazón y temía
que yo me horrorizara de sus acciones y lo abandonara.
- Primero creí que Irina se había
escapado, y de pronto escuché una voz que cantaba... era ella.
Subí al primer piso, me guiaba su
voz. La voz de una chica que alguna vez conocí como una gran amiga y como una
hija devota. Tarareaba una canción que me atrajo a la biblioteca... ahí estaba,
sumamente tranquila, sentada en el suelo, acariciando su vientre y al lado se
hallaba su padre. Muerto, también y pude notar que ni siquiera intentó
detenerla. Voluntariamente se había entregado a su hija, sus penas terminaron
gracias a una profunda mordida en la yugular.
Irina, demasiado satisfecha, no
pareció interesarse en atacar a mi esposo y el cochero. Nikolai la tomó en sus brazos, salió con ella de la
casa y la ocultó en nuestro carruaje. Junto con Rupert, siempre obediente a su
patrón, la trasladaron directamente al pueblo que yo visité para dejarla bajo
la tutela de Inga.
¿Por qué encubrir a una asesina?
Porque al revisarla, para verificar si estaba consciente, el niño se movió en su
vientre. Tanto deseábamos ser padres ¿cómo iba a condenar a la criatura?, ¿acaso
ese niño tenia que cargar en su conciencia semejantes sucesos por el resto de
su vida?
La pequeña patadita lo obligó a
desistir de informar a las autoridades, y de esa forma, se convirtió en el
cómplice de un demonio. Los únicos que conocen el destino de aquellas personas
son mi esposo, Rupert, y el tío abuelo de Velika que tuvo que encargarse de los
funerales, y ahora yo.
El único sobreviviente de la familia de Irina, luego de saber que Velika
había nacido, consideró que la niña
era una forma de ser perdonado por Dios. Lamentablemente la mirada de Dios no
fue totalmente favorable, y ahora veía a la pequeña como la cosecha de un
pecado irreparable.
- Helena, mi amor, no temas. Te
prometo que nadie le hará daño a Velika.
- ¿Crees que ella algún día se
comporte en forma violenta?
- Es nuestra hija, la amamos y
ella nos ama- aseguró mi esposo con la mirada velada por las lágrimas-. Con
paciencia y estando juntos podremos superar lo que sea.
Los hechos narrados por Nikolai
se sumaron a los que me había contado Inga. Probablemente los campesinos después
de nacer Velika la habían estacado. Me estremecí recordando el cadáver que
reposaba en la cripta ¿Cómo pudo Inga contenerla todos esos días? Con sangre
humana, como dijo Duscha, ellos necesitan sangre humana.
Mi voz temblaba cuando hice referencia al incidente ocurrido con la maestra.
Mi voz temblaba cuando hice referencia al incidente ocurrido con la maestra.
- Duscha la alimentaba con su
sangre.
Nikolai enarcó una ceja, sacudió
despacio la cabeza tratando de aclarar sus ideas y enseguida me increpó
gravemente:
- Helena, le diste una paliza a
esa mujer por un motivo absurdo. Duscha solo lo dijo para molestarte.
- ¡Ella estaba llena de marcas!-
no podía entender porque la defendía -¡Tendrías que ver lo complacida que
estaba, viendo como Velika mordía ese animalito!
- Duscha se ha ido y prefiero que
no hablemos más del asunto.
Antes de salir de la habitación
agregó.
- Eres su madre tienes la
obligación de cuidarla y de conocer todas sus necesidades.
Continuará...
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VELIKA 2015 Argentina © Autor: Adriana Cloudy Todos los derechos reservados
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