El futuro de nuestra relación
Ella estaba feliz de poder contarle,
a cada una de sus amigas, que ya cumplía un año de noviazgo. Morina se sentía
muy capaz de poder superar el récord de su pareja, porque la relación previa de
su novio había durado unos quince meses.
En realidad Morina esperaba ser
la última mujer en la vida de Augusto, si bien no tenían planes de casamiento,
no significaba que la relación fuese a terminar algún día.
Aseguraba a todos que ellos dos
eran el uno para el otro. Y estarían juntos por siempre.
Por supuesto que ella no desconocía
que el tiempo suele devorar al amor; son sus dientes la rutina y el
conformismo, ambos surgen sin poder evitarlo, masticando la pasión a diario y
sabemos que nada dura sin pasión.
Ese fuego pasional fue fácil de
mantener por doce meses, por eso la duda perseguía su mente últimamente: Solía
preguntarse si había una forma de prevenir la caída del amor, o la aparición de
un tercero que los separara.
¿Se podría mantener esa pasión inicial durante doce años, veinte
años o toda una vida?
Una amiga le sugirió buscar la
respuesta con una sesión de Tarot. Las cartas podían anticipar alguna
dificultad o si existía una energía negativa cerca de ellos. Morina aceptó, sin
embargo, no se conformó con una simple leída de naipes, dónde le sugirieron
confiar en el amor que ambos se tenían. Encontró una forma mejor…
Un hechizo que permitía ver el
futuro y era bastante sencillo de realizar. Uniendo cabellos de los dos y
sumando unos ingredientes culinarios preparó una infusión amarga en la cual
sumergió sus nombres escritos en un papel. Dejó reposar la mezcla en una taza
cubierta por un paño durante toda la noche en medio de dos velas rojas
encendidas.
A la mañana siguiente apenas
despertó se bebió el líquido que estaba muy frío y tenía un fuerte sabor a
vinagre.
¡¿Por qué quiero hacer una cosa
tan estúpida?! , pensaba mientras corría al baño para enjuagarse la boca.
Pero no la habían engañado,
porque el brebaje además de ser de un horrible sabor, daba resultado.
Esa noche soñó con el futuro. Se
vio viviendo en la misma casa con su novio, divirtiéndose juntos acomodando
muebles nuevos; también vio la aparición de las cuentas por pagar: tarjetas de crédito,
boletas de luz y gas, todas vencidas y vio a su padre prestándole dinero para
pagarlas.
En el sueño también aparecían
varios de los amigos de Agusto, su novio se reía junto con ellos, mientras
cenaban en la casa. Al llegar Morina fatigada del trabajo todos se marchaban,
incluido su ahora: señor esposo, y se quedaba sola juntando el tiradero de la
reunión.
La peor parte fue cuando acudía
angustiada a realizarse un aborto.
-Un pésimo sueño influenciado por
mis nervios- se dijo a si misma al despertar.
La noche siguiente tuvo otro
sueño igual de desagradable. Esta vez, Augusto le gritaba y le daba puñetazos a
la pared, sacaba sus vestidos del placard y arrojaba su ropa por la ventana. Sin
alcanzarle esto, sacudía a Morina tomándola por los hombros y la empujaba. Ella
se negaba a salir de la casa y él le tiraba del cabello arrastrándola fuera del
departamento.
Se despertó reteniendo un grito.
Decidió hablar con sus amigas
acerca de los sueños que le estaba provocando el hechizo.
-No te amargues por una
pesadilla. No puedes creer que un brebaje pueda enseñar el futuro.
Le afirmó una de ellas.
- Si pelearas con Augusto y
terminaras con él ¡Qué importa!, habrá otro chico al que le gustes y tendrás un
nuevo novio-le dijo otra, convencida de que a Morina le faltaba mucha
experiencia con los hombres.
- ¡No! Él es mío, me pertenece y
siempre seremos felices. Somos el uno para el otro. Me siento cómoda con él, lo
quiero y no lo dejaré nunca ¡Y puedo asegurarte que él nunca me dejará a mí!
Siendo Morina bien conocida por sus amigas,
sabían lo difícil que podía ser intentar que cambie de opinión, si ellas
seguían sugiriendo que exageraba con el asunto sólo conseguirían enojarla.
Sus amistades eran de su agrado
cuando coincidían con ella; contradecirla era ganarse su fría indiferencia.
La solución a sus pesares estaba
en hablar del brebaje a su novio e insistir para beber una nueva preparación,
esta vez, los dos juntos.
El pobre Augusto acostumbrado a
complacerla protestó sin éxito en primera instancia y esa noche él también
bebía la asquerosa infusión. Morina evitó argumentar que se trataba de un embrujo, le inventó que
la mezcolanza mostraba en los sueños aquellas personas que le deseaban algún mal o le tenían
envidia.
El resultado fue desconcertante
para la enamorada, Augusto había dormido como un bebé.
- ¿Soy yo quién padece éstas
pesadillas? ¿Por qué soy la única victima? ¡No permitiré que nuestro amor se
acabe!- se decía interiormente- No importa lo que suceda...¡Jamás nos separemos!
¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca!
Los días y noches pasaban, y las
pesadillas continuaban. Hasta que una mañana entendió todo.
El sueño anunciaba desenlaces
horribles con su pareja porque era ahora, en su presente, cuando ella debía
asegurarse el amor eterno.
Llamó por teléfono a Augusto y lo
invitó a almorzar. Toda la mañana preparó el almuerzo perfecto, que incluía el
postre favorito de su novio: unas suculentas frutillas con crema.
Les pidió a sus padres que los
dejaran solos. La madre para obtener sin problemas el permiso paternal le dijo
a su marido con picardía:
-La niña ya quiere casarse, vas a
ver que lo convence de formalizar y
pronto tendremos boda.
Sin la familia de la novia en la
casa, los enamorados almorzaron tranquilamente.
– ¿Es algún aniversario que
olvidé?- comentó sonriendo el novio.
-Mi amor, te quiero mucho. Eres
el único al que amo.Me perteneces,¿verdad?
- ¡Qué rudo y tierno a la vez
suena eso!- se rió divertido Augusto- Te quiero mucho. Yo soy tuyo y tú eres
mía.
-¡Y será para siempre!- declaró
Morina-Los dos seremos recordados como la pareja perfecta. Amándonos para
siempre.
En un veloz ademán tomó un fino
cuchillo y abrió la garganta de su novio de izquierda a derecha. El chico
automáticamente sujetó su cuello con ambas manos, despedía borbotones de sangre
que caían como una cascada sobre su pecho.
Ya no habría dudas ni temores
entre los dos, ni oportunidad de conocer a otras personas que pudiesen
separarlos.
Acto seguido Morina levantaba la
cabeza y en forma brutal se cortaba su propio cuello.
Ese amor seria eterno.
Es una pena que la mente del ser
humano jamás recuerda en su totalidad un sueño, conserva por razones
desconocidas sólo ciertas partes, generalmente aquellas que le producen más angustia.
Si Morina recordaba el sueño
completo hubiese visto que en realidad a futuro, era ella la que lo engañaba y deseaba
dejar a Augusto, y no sabía cómo deshacerse de él.
Autor MenteImperfecta © ( Adriana
Cloudy)
Marzo 2014 Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario