sábado, 22 de noviembre de 2014

Canción para la Medianoche: cuento para celebrar el día de la música.

Una canción para la medianoche



Coleccionar objetos antiguos podía ser algo costoso y Joaquín no pretendía convertirse en un coleccionista. La radio que había comprado era sólo un impulso, además el precio lo hizo decidirse rápidamente fueron apenas unos billetes que no  afectaban  su presupuesto mensual.
Por fuera, el aparato, lucia elegante y con ayuda de un amigo podría hacerla funcionar. Esteban  se presentó a la hora de la cena.

-Está bastante bien cuidada, ¿la encendiste?

-Si, pero sólo se oye el sonido de la estática. Deberíamos revisar si algo puede estar quemado

Joaquín la encendió para demostrar que la parte eléctrica funcionaba, y al llegar al dial  640.5
 Surgió una voz femenina que recitaba un poema, cálidamente mencionaba estrofa por estrofa, cuando finalizó dijo: a continuación la canción “Strangers in the night “ por  Frank Sinatra

-Nada mal- exclamó Esteban -mañana llévala a mi taller y la revisamos bien.

Joaquín lo miró con un aire ensimismado, permaneció atento a los versos de la canción.

Durante siete noches, Joaquín puso la radio en el mismo dial .Ni siquiera sentía necesidad de buscar otra radio y cada noche la mujer leía un poema diferente que cerraba con la misma canción.

-Amigo, ¡me estoy volviendo loco!- aseguró Joaquín a su amigo.

-Muchos se enamoran de las locutoras, es normal – replicó entre risas Esteban- ¿Por qué no vas a conocerla personalmente? , si no es bonita  serás libre de ese amor platónico que tienes.

-No dan el teléfono de la emisora pero si la dirección- replicó el oyente cruzando los brazos, hablar primero facilitaría evitar verse como un acosador - Lo haré, me daré una vuelta por pura curiosidad.

- Conoces el dicho ese de la curiosidad mató al gato-le dijo Esteban guiñando un ojo.

Un domingo temprano llegó hasta la dirección de la radio, se encontró un viejo edificio abandonado. La antena estaba en el techo, pero todo a su alrededor e incluso lo que se veía del interior estaba en ruinas. Era imposible que ése fuera el lugar desde donde se hacia la transmisión. Otra vez, cerca de la medianoche Joaquín volvió a escuchar a la locutora y sin dudas la dirección visitada había sido la correcta.
La noche siguiente decidió poner en práctica una estrategia más segura, acudió al lugar a la hora que comenzaba el programa radial. Llegó justo cuando sonaba los acordes de la canción diaria.


...we were strangers in the night
up to the moment when we said our first hello..






Apartó muebles viejos, subió las escaleras, recorrió un pasillo a oscuras orientándose sólo por la música y al abrir la puerta del estudio de radio, el lugar estaba vacío.
 La canción había terminado.
¿Una computadora pasaba cada noche una grabación? No había ninguna computadora, la mesa de sonido, los micrófonos,  todo el equipamiento, no era moderno y estaba tapado bajo gruesas capaz de polvo. Era obvio que nadie estaba utilizando el estudio, sin embargo,  Joaquín espontáneamente se dijo para si mismo:

-Llegué tarde.

La noche siguiente sujeto a su obsesión por conocer a la mujer  regresó a la radio abandonada. Estuvo varios minutos antes de la medianoche, que era la hora de comienzo del programa.
Se apresuró a subir las escaleras, dirigirse al estudio se le hizo ahora mas sencillo porque ya conocía el camino. Abrió la puerta y descubrió sentada frente al micrófono una figura casi transparente que hablaba con esa voz  pausada y clara que tanto agradaba a Joaquín.
No tuvo miedo ante la visión fantasmal, cuando atravesó la puerta todo se corporizó. Una chica de unos veinte y tantos años, muy bonita, le hizo una seña con su mano para que se sentara cerca de ella.

-¿Te gusta la canción o los poemas que recito?

- Ambos.

- ¿Te quedarías conmigo?, llevo mucho tiempo esperando por un compañero para no seguir sola cada noche.

- ¿Puedo elegir mi propia canción?

- Por supuesto, en la radio tenemos varios discos.

Joaquín revisó las cajas con vinilos y eligió uno

- ¿Te parece bien, Blue Moon de Nat King Cole ?

- Me encanta esa canción – ella le sonrió y el hombre supo que nunca se cansaría de escuchar la melodía.


Esteban en vano buscó a su amigo. También él fue a la emisora. El lugar estaba desierto. Repitió las visitas con esperanzas de dar con Joaquín. Todo permanecía bajo el abandono. Lo esperó días, meses, años y no regresó.
Cada vez que extraña demasiado a Joaquín, sintoniza  640.5  en esa vieja radio que compró su amigo, para poder oírlo junto a la mujer de la voz seductora.
Lo escucha, atrapado en una lejana medianoche, recitando algún poema o pasando alguna canción olvidada.




 En la foto Frank Sinatra

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