viernes, 4 de diciembre de 2015

SIN REMORDIMIENTOS ( final de capitulo 6) Mensajes para un gran amor





CAPITULO VI 


SIN REMORDIMIENTOS
(tercera parte)



La siguiente mañana se presentaba muy agitada para Adrián. Temprano, fue a la estación de trenes a buscar una caja con  lentes para sus cámaras. Después iría al diario local, y por supuesto debía prepararse para la entrevista, porque a las seis de la tarde, lo esperaba Ofelia Valente.
En la estación, ese día, se encontraba atendiendo el puesto de flores, Víctor. Adrián tuvo intención de saludar a doña Ethel pero cuando vio a su hijo de lejos,  ni se acercó al puesto. Fue directo hasta los depósitos para retirar su encomienda.
Víctor también lo había visto a él y estuvo siguiéndolo con la mirada para fijarse que lo traía por la estación. Notó que iba a los depósitos. Se mantuvo atento, tratando de adivinar que iba a buscar.
 Fácilmente Víctor podía informarse sobre que le habían enviado. Los trabajadores del depósito eran sus amigos y  solían armar, de vez en cuando, alguna noche de cervezas.
Víctor estaba tan interesado en observar la actividad de Adrián que  ni se dio cuenta  de la presencia de Jacqueline. Su novia tenía un día libre y había llegado en el primer tren de la mañana.

-¡Mi amor! ¿No estás feliz de verme?- preguntó rodeando con sus brazos el cuello de su novio y le besó suavemente.

-Si... mi dulzura. Es solo...que no te esperaba hoy.  Es lindo que hayas venido.

- Creí que hoy atendía tu mamá. ¡Le traje una caja caramelos!-comentó alegremente- ¿Está ella bien de salud? ¿Tuviste que reemplazarla por hoy?

-Si, ella  se encuentra...bien.

Mientras hablaba, Víctor estiraba la cabeza para poder ver dónde estaba Adrián. Quería asegurarse si ya se había marchado, para poder ir hasta los depósitos. Notando a su novio demasiado distraído de la conversación, la muchacha, guió su mirada también hacia los depósitos.

-¿A quién estás buscando?-preguntó con extrañeza Jacqueline.

-¡A nadie en especial! ¿Por qué no le llevas los caramelos? Puedes esperarme en casa, y hacerle compañía a mamá, estaba cansada y prefería quedarse. Cuando cierre voy directo para allá.

Insistió el profesor,  ansioso por ocuparse de sus asuntos y de que su novia lo dejase tranquilo. Deseaba acercarse a los depósitos de encomiendas lo antes posible, seguro de que cada paso del director de cine, podía poner en peligro su plan. Jacqueline recibió un rápido beso y fue despedida sin otro comentario. Justo para que Víctor pudiera ver claramente, como se marchaba el cineasta con una enorme caja llena de etiquetas que alertaban: Frágil.
La estación no era muy grande. Estaban tanto las ventanillas de venta de pasajes, como los negocios uno al lado del otro. El vendedor cerró el puesto.
 Colocó en la puerta un cartel que decía: REGRESO EN 10 MINUTOS

Rápidamente se dirigió hasta la ventanilla del depósito de encomiendas y se asomó saludando al encargado.

-¡Hola Bruno! Dime si recién estuvo por acá un hombre que no es del pueblo. Muy alto, de cabello castaño de apellido Di Marco.

 - Si señor,   ¿Qué pasa con él?

-Quería saber que le enviaron- dijo  el profesor, guiñando un ojo a su amigo.

-¡Víctor! ¿A qué se deberá tu curiosidad? -replicó risueño el despachante.

Desconocía el motivo de interés de Víctor. Pero la filosofía de Bruno era: siempre ayudar, sin excusas, a un paisano. Por eso, aunque no fuese muy ético, no tuvo objeción en revelarle el contenido de la encomienda.

-Bueno te diré, se le nota bastante que está de turista. Le llegaron varios lentes y unas cámaras de fotos muy costosas.

Adrián era muy desconfiado y había abierto frente al empleado la caja., para revisar con cuidado que todo estaba en condiciones y no lamentar daños. Nadie atendería sus reclamos si descubría algo roto después.
Víctor regresó hasta su puesto de flores, molesto y sintiendo que la cólera crecía en su interior. El entrometido terminaría por estropear sus planes. No tardaría Ester Molinari, en enterarse que alguien buscaba a su hermana. No iba a permitirle continuar esas investigaciones. Adrián, no sabia que tenía un potencial enemigo.




El atareado director de cine salió de la estación de trenes y fue directamente al periódico local. Una recepcionista se ofreció ayudarlo. Adrián le consultó por el origen del periódico. Tal como le había dicho su tío, el medio gráfico, tenía unos cincuenta años de actividad.

-Estas son fotos del primer grupo editorial que trabajó en el periódico-dijo la recepcionista y señaló varias fotos enmarcadas, que se encontraban colgadas a lo largo de un pasillo.

-Aquí están, el señor Roberto Ferbre y su esposa Alba. Ella fue nuestra directora cuando falleció su marido. En la primera etapa, la señora Alba era columnista. Al lado de ellos, se encuentra el señor Efraín Benito Molinari un importante socio inversor y también miembro fundador. Gracias a él se compró todo lo necesario para la imprenta.

Qué astuto. Invertir en un diario. Poder manejar la información- pensó Adrián- Molinari sabía bien lo que le convenía.

-¿Estos dos hombres quienes son?-preguntó señalando otra foto, a la secretaria.

-El caballero de la derecha escribía sobre economía, se llamaba Lucio Baltasar Bravo y el otro era un psiquiatra  que escribía en la sección de salud, era el doctor  Mijail  Dravinovich, después abrió una clínica fuera del pueblo y el señor Bravo se dice que emigró al extranjero.

 La empleada del medio gráfico estaba feliz de tener un  oyente. Siguió desarrollando la historia del periódico local sin dejar de lado ningún detalle.

- Cuando doña Alba se hizo cargo convocó a todo un nuevo personal y después, a su retiro, dejó el diario a una comisión  formada por periodistas que colaboraron con ella. Está comisión sigue trabajando actualmente.

-¿Hay todavía personal de los primeros años del diario?- le consultó el muchacho- seria perfecto para el documental el testimonio de un periodista de esa época.

-La mayoría  se han jubilados, ahora trabajan sus nietos o algún hijo. Somos una empresa bastante familiar.

-¿Podría ver alguno de los primeros números  que salieron del periódico?-le  pidió Adrián.

- Aquí  luce enmarcado, cada una de las páginas, del primer ejemplar. El 12 de junio de 1958, nuestro pueblo estaba orgulloso de tener su propio informativo local.

Adrián observó atentamente la parte de sociales. Se había festejado el cumpleaños número dieciocho de Ester Molinari, en la foto central, ella lucia radiante en medio de cuatro amigas. En otra aparecía junto su padre. Pero llamó la atención del cineasta, la mirada de la joven, en la tercera foto. Ester posaba junto al columnista de economía. Él con una gran sonrisa le entregaba un enorme ramo de rosas y ella lo miraba a los ojos con ese brillo que despide la mirada de una mujer enamorada.

-¿Hubo algún hecho policial importante en la zona que tuvieran que cubrir? Un caso que conmocionara a toda la comunidad- quiso saber Adrián

-No creo. Accidentes tal vez... un hecho policial... ¿de qué tipo?... ¿un asesinato?

-Algo así.


-Me parece que no. Hubo algunas desgracias que trascendieron. Como el suicidio del dueño de unos campos. Resultó en un escándalo porque perdió toda su fortuna. Sus bienes fueron embargados ¡La familia quedó sin nada! Prácticamente en la calle-comentó la empleada que recordaba bien ese suceso.

Adrián agradeció a la empleada por su colaboración y le aseguró que regresaría, para saber más sobre la trayectoria del pequeño diario local. Tenía otras cosas que hacer ese día.
Eran ya casi las tres de la tarde. Adrián deseaba probar la cámara y los lentes que le habían enviado. Tomó por el camino que lo llevaba directo a la mansión Molinari. Estacionó su auto bajo unos árboles. Extrajo con cuidado su equipo de fotografía del baúl, y caminó varios metros por el costado de la cerca de arbustos que resguardaba la casa de Ester. Asegurándose que nadie lo veía se escondió entre los espesos arbustos
El visor nuevo le permitía captar con bastante claridad el jardín trasero de la residencia. Gatilló un par de veces su cámara. Concentrado en su tarea no escuchó los pasos de alguien que se acercaba.
De pronto sintió una fuerte punzada desde la  nunca hasta su frente. Había recibido un golpe por la espalda y enseguida sintió otro más fuerte. Indefenso cayó al suelo, perdiendo el conocimiento.




Continuará...


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