CAPITULO 5
Pecados eternos
(tercera parte)
Enseguida notó
que Molinari no escribía todos los días. Posiblemente cuando quería o
necesitaba, expresar un hecho importante para él o plasmar alguna reflexión
acudía a su diario. Una manera confidencial de registrar sus verdaderos sentimientos.
La
religiosa leyó las primeras hojas. Figuraba todo lo que Molinari sentía por su familia:
No amaba a su esposa, la consideraba una tonta
y una molestia. Deseaba con desesperación tener un hijo varón, pero quería a
sus dos hijas. Admiraba la inteligencia
de Ester, estaban escritos varios elogios a su niña precoz y sus intenciones eran educarla en los mejores colegios de Europa.
El nacimiento
de Dalila estaba mencionado como una desilusión, realmente esperaba que naciera
un hijo varón. Dios le había enviado otra niña; que no era tan obediente como
su hermana mayor. Reconocía en ella su
mismo carácter. Había heredado la testarudez de su padre.
Sor Inés lo observaba en las siguientes
líneas:
“...Dalila es pequeña, pero ya sabe bien lo que quiere, no sede hasta
que lo consigue. Se parece mucho a mí. Su hermana en cambio, trata de complacer y
agradar a todo el mundo no duda en
renunciar a alguna cosa, con tal de ser considerada la más educada... Ester es una pequeña dama de
sociedad...”
Suspendió la lectura en la parte
donde mencionaba a una mujer que lo atraía. Sin ningún pudor, el padre de
Ester, escribió en su diario la fascinación que sentía por la esposa de un
amigo. Don Benito declaraba con gran convicción que no le costaría mucho
esfuerzo conquistarla.
La religiosa
se persignó. Guardó el diario en un lugar seguro. Tal como, ella, lo había
presentido don Benito mencionaba a sus amantes. Era solo cuestión de continuar
la lectura, para saber si la abuela de Teresa era una hija ilegitima.
Sor Inés,
conforme con su accionar abandonó su
habitación para dedicarse a sus tareas matutinas.
Víctor
escondió las cartas en el único ropero de su cuarto que podía cerrarse con
llave. Sabía bien lo que tenía que hacer:
buscar datos sobre el hombre que las había escrito y a averiguar sobre sus
actividades; de su vida en el pueblo, y de cuanto tiempo vivió en la localidad. Como
estaba vinculado con don Benito; a que se dedicaba, y adónde se había ido ¿Por
qué no había regresado jamás? ¿Quién era realmente Lucio Bravo? No era el
hombre construido con esas palabras
empalagosas que decía Ester sobre él. Esa imagen de príncipe azul estaba seguramente
inflada por la mente senil de la mujer. ¿Quizás Lucio y Benito estuvieron
enfrentados por causa de Ester? Si era mayor que ella, posiblemente estaría
muerto hacia años pero, ¿en que lugar habría terminado?
Rastrear los
pasos de Lucio Baltasar Bravo, tal vez, sería la forma apropiada de llegar
hasta las estafas del viejo Molinari.
¿Fue Lucio un
compañero participe en sus negocios sucios? Un
amigo de la familia que se acostaba con su hija; un cómplice lleno de
ambición ¿Esa clase de hombre era el príncipe azul de Ester?
Entre las fotos
guardadas en la oficina encontraría alguna de Lucio Bravo. También podría
averiguar la fecha y lugar de su fallecimiento fácilmente. Los negociados
realizados por los dos socios, sería más
difícil.
La enorme fortuna Molinari se forjó porque,
Benito, solía arriesgar el pellejo de otros. Y siempre supo cubrir sus propias
espaldas. El joven profesor además, debía buscar entre los papeles del dueño de
la mansión un apellido en especial, de
esa manera empezaría atar algunos cabos que le interesaban.
Tuvo Benito
Molinari otro socio y gran amigo personal. Un socio que no se vio beneficiado por
los proyectos empresariales de Molinari. Ese socio fue: Alfredo Valente, el
abuelo de Víctor.
Su abuelo resultó engañado, terminó sin un
centavo y sumido en la vergüenza. Los Valente de San Onofre, de un día para
otro, perdieron todo lo que poseían. Víctor, no esperaba recuperar nada de lo
que perteneció a su abuelo. Incluso probando que su familia fue victima de un
maniobra fraudulenta de parte de Benito Molinari, había pasado demasiado tiempo,
para recuperar las tierras embargadas.
Escribir el
libro sobre la verdadera cara del benefactor del pueblo sería una leve
venganza. Venganza dedicada a su abuelo. Los pecados carnales de Ester ofrecían
acceso a la intimidad de los Molinari. Víctor estaba convencido que varios
pecados más existían. Pecados que lo ayudarían a ensuciar la inmaculada memoria
de don Benito.
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